Con una emotiva Eucaristía, la comunidad conmemoró los 172 años de la llegada de Madre Bernarda Morín a Chile, destacando su invaluable legado que sigue vigente a través de diversas obras sociales y educativas en el país.
La ceremonia comenzó con la bienvenida de la Hermana María Eugenia, quien recordó la importancia de la misión de Madre Bernarda. Actualmente, su legado se ve reflejado en 11 colegios, 2 jardines infantiles, 2 hogares de ancianos, una residencia para adultos mayores, diversas parroquias y el Comedor de Emilia, que brinda alimentación a más de 100 personas en situación de calle de lunes a viernes en Santiago.
El Padre Jorge Arancibia Mancilla presidió la Eucaristía, donde compartió un mensaje de esperanza y confianza en la Providencia de Dios: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y lo demás lo recibirán por añadidura. Por eso, no se preocupen del mañana que el mañana se ocupará de sí. A cada día le basta su problema”, reflexionó durante su homilía.
Durante la procesión de las ofrendas, se presentó el Cirio, símbolo de la luz de Cristo, junto con un libro que recoge los pensamientos de la Sierva de Dios Madre Bernarda Morín. También se entregaron alimentos destinados a las familias más necesitadas, además del Pan y el Vino como signos de comunión y entrega espiritual.
Uno de los momentos más especiales fue la presentación de la academia de danza, dirigida por la docente Inés Boyd, con el tema “Dejando Huellas”. En un gesto de gratitud y cariño, el centro de estudiantes, el personal y los Asociados Providencia entregaron obsequios a las Hermanas de la Providencia María Eugenia Arancibia y Elvira Letelier, en reconocimiento a su dedicación y servicio.
La conmemoración reafirmó el compromiso de continuar con la obra de Madre Bernarda, promoviendo la solidaridad y el amor al prójimo, tal como ella lo soñó.