El Papa Francisco ha lanzado un llamado especial y nos ha invitado a adherirnos a un Pacto Educativo Global comprometiéndonos personal y conjuntamente.
En ese ámbito, el interés del Papa Francisco no se remite a cuestiones que tienen que ver con lo académico, conlo pedagógico y/o lo didáctico. Su preocupación podríamos situarla en dos planos:
• La necesidad de un cambio de paradigma en nuestro modo de vida, y en la manera de entender nuestra pertenencia a la “Casa común” y al conjunto de la humanidad, pensando también en los que vendrán después de nosotros.
• La convicción de que la educación es una de los pilares que no pueden faltar cuando se trata de diseñar un mundo nuevo, una sociedad estructurada desde otros valores.
El Papa Francisco tiene la certeza de que la educación puede llegar a ser un magnífico instrumento para el profundo cambio cultural y social necesitamos con urgencia. Que ella no es solo una herramienta individual para que cada uno pueda progresar en la vida y ascender en la escala social (movilidad social),sino que desde la educación se puede generar una nueva cultura.
Para esto nos ofrece siete claves, sobre las que deberemos reflexionar y actuar para poder integrarla en el proceso educativo, involucrando en él a todos los actores que conforman la comunidad educativa.
1.- Poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza y singularidad y, al mismo tiempo su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que la rodea, rechazando esos estilos de vida que favorecen la difusión de la cultura del descarte.
2.- Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona.
3.- Fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación.
4.- Tener la familia como la primera e indispensable educadora.
5.- Educar y educarnos para acoger, abriéndonos a los más vulnerables y marginados.
6.- Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda
la familia humana en la perspectiva de la economía integral.
7.- Salvaguardar y cultivar nuestra Casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular.
Creemos que la educación providente junto al carisma de las Hermanas de La Providencia tiene una especial sintonía con estos grandes retos. Trabajar unidos es clave para lograr el éxito. Es por esto que este trabajo se realizó primero en una jornada con todos los funcionarios del establecimiento para posteriormente trabajarlo en las salas de clases con cada curso.
«Es hora de mirar hacia adelante con valentía y esperanza. Que nos sostenga la convicción de que en la educación se encuentra la semilla de la esperanza: una esperanza de paz y de justicia. Una esperanza de belleza, de bondad; una esperanza de armonía social».